Compararse con los demas no trae nada bueno
09-05-2025
La comparación es violenta. La primera vez que leí esto fue en el libro Comunicación No Violenta de Marshall Rosenberg. Desde entonces, no he parado de confirmar que es así.
Si me comparo porque me siento menos que alguien, me maltrato, daño a mi autoestima. Si me comparo porque me siento más que alguien, alimento el lado oscuro de mi ego (el que causa problemas en mis relaciones) y hago daño a la autoestima de la otra persona. Aunque no se diga explícitamente, cuando me siento superior, se nota. Con la comparación de personas, nadie gana. La comparación está bien para los objetos, no para los seres vivos.
Cada ser vivo es absolutamente único e irrepetible. Esta característica de cada ser vivo es parte misma de la diversidad de la naturaleza y gracias a ella hemos llegado a donde estamos. No tiene sentido comparar porque no existe una persona “mejor” ni otra “peor”. Existen personas con diferentes habilidades y capacidades, en diferentes momentos de su vida (las personas cambiamos). Las personas con pocas capacidades o pocas habilidades, ponen a prueba las habilidades de las personas que creen tener más habilidades o capacidades; son fundamentales para el desarrollo y crecimiento del conjunto. Por ejemplo, una persona que llega nueva a un proyecto puede contribuir a mejorar la calidad de los procesos o del producto haciendo preguntas desde su ignorancia objetiva. Su ignorancia y su imparcialidad son fantásticos elementos para que las personas que llevan tiempo puedan cuestionarse sus creencias y encontrar puntos de mejora. Por eso, no hay preguntas tontas o inútiles, siempre que se hagan desde el genuino interés de querer entender. Otra cosa son las preguntas con malicia para dejar en evidencia, criticar destructivamente, etc. Es cierto que hacer la misma pregunta muchas veces, cuando ya se han dado buenas respuestas a ella, puede resultar molesto. Si ocurre esto posiblemente convenga tener una conversación privada con alguien que pueda explicarlo de otra manera, tal vez alguien con más experiencia y paciencia. Si se tiene la voluntad de aprender, eso se nota y habrá alguien que quiera ayudar.
Colaborando llegamos más lejos como sociedad que compitiendo. Los miembros de un equipo sano tienen que colaborar entre ellos, no competir. Incluso en la alta competición, en atletas profesionales, es conocido que aquellas personas con más éxito son entrenadas para no compararse con sus rivales, sino para conocerse mejor a sí mismas. Ven la competición como una forma divertida de encontrarse a sí mismas, no para aplastar a los demás ni para sentirse humilladas por los demás.
¿Puedo compararme con otra persona para inspirarme y seguir sus pasos? A mí, personalmente, no me sirve. Me alegro de los logros de otras personas, les admiro, pero no pretendo ser como ellas. Incluso aunque fuésemos genéticamente idénticas, cada una tendría unas vivencias diferentes y eso nos haría únicas. Pasa con los hermanos gemelos, que siendo educados igual y genéticamente idénticos, son personas distintas y cada cual aporta su parte en la familia, en la sociedad, en el trabajo…
¿Puedo compararme con otra persona para sentirme bien por mi evolución? Para mí, personalmente, es consuelo de tontos. Porque antes o temprano aparecerá alguien que considero “mejor” o “por encima” a mí. No solo están las diferencias genéticas y las vivencias, sino que también están los privilegios socioeconómicos, los sesgos, la cultura, el contexto concreto… Mil factores que hacen que no tenga sentido compararme.
¿Puedo compararme con mi yo del pasado? El 100% de las células del cuerpo se renueva cada X años, así que genéticamente yo no soy la misma persona que hace 10 años. Mis creencias han cambiado, mis intereses también, así como mi conocimiento. Las motivaciones, la energía, las necesidades, las oportunidades… Mi yo del pasado me trajo hasta el yo presente, así que solo puedo estar agradecido. No puedo pensar que soy “mejor” que el yo pasado. Si me comparo con un yo hipotético del futuro, que es una “mejor versión”, entonces me estoy maltratando por no ser todavía ese ideal que tengo en la mente. El cual no deja de ser una construcción mental ilusoria con unas condiciones que todavía no se sabe cuáles son. El ideal de lo que yo debería de ser y no soy, es una de las causas de sufrimiento universales. Sea lo que sea que me imagino que debería de ser yo en el futuro, no es real. Así que tampoco tiene sentido compararme con eso.
En vez de compararnos podemos alegrarnos por aquellas personas que están teniendo éxito. Tal vez podemos aprender algo de ellas. Por otra parte, podemos poner amor o cariño hacia las personas que están teniendo dificultades en la vida. Empezando por uno mismo o una misma.